Para quienes no conocen su origen, podemos decir que este día fue instaurado en conmemoración de quienes en Chicago en 1886 se organizaron para tratar de mejorar sus condiciones de trabajo.
Aún cuando a causa de esto fueron luego perseguidos, juzgados y ejecutados (por eso se habla de los mártires de Chicago), este hecho marcó un precedente y la toma de conciencia por parte de los trabajadores de que juntos podían mejorar sus condiciones de trabajo, dando pie al surgimiento de los Sindicatos.
Hoy en día el derecho al trabajo y a sindicalizarse son parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
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